Esperaba esa llamada. Sabía que llegaría ese mismo día. Descolgué y escuché cómo se hacía realidad mi premonición: Ulises estaba ya muy enfermo, le fallaba el hígado y otros órganos, ya no había nada más que hacer por él. Así que había llegado el momento de tomar la decisión de permitirle
morir con dignidad.
Ulises llegó a casa hace 5 años y medio. Fue un hurón juguetón, bonachón, obediente y saltarín. Una delicia y un auténtico placer haber compartido este tiempo con él. Un animal que se ha adaptado completamente a nuestro estilo de vida, a nuestros horarios, a nuestras rutinas. Muchos son los momentos que quedan inmortalizados en mi memoria de sus correteos por habitaciones y pasillos, donde aún me parece que asomará su cabecita pidiendo juegos.
A Ulises lo trataban en el
Hospital Cínic Veterinari de la UAB. El pequeño peludo era el paciente y yo en parte pues también ya que durante estos años de visitas, pruebas e intervenciones eres un intérprete humano delante del veterinario e intentas empatizar con lo que le ocurre al animal. Al principio es complicado pero luego, a medida que vas conociendo los comportamientos del peludo, la cosa va mejorando. Así, cuando Ulises era bebé y me preguntaban "¿Qué tal ha hecho estos días las cacas?" tardábamos 5 minutos en saber si las hacía bien o mal. Suerte que poco a poco fuimos mejorando... Al fin y al cabo se trata de un engranaje impulsado por la
escucha activa entre responsable y veterinario, que en nuestro caso creo que ha funcionado muy bien. En ocasiones había pensado que para los veterinarios no debe ser nada fácil, si ya existe un enorme agujero a veces en la comunicación entre profesional sanitario y paciente humano, imagínate teniendo como interlocutor a un humano interpretando los síntomas de un pequeño peludo. Por eso me fascina la paciencia y templanza de estos profesionales.
En la recta final, cuando las cosas empezaron a ponerse feas, los veterinarios no dejaron de buscar soluciones para Ulises y de darnos ánimos a los humanos. Fueron muy importantes una cosa y la otra para llevarlo bien. Con la información clara y entendible y las distintas opciones expuestas, pensando en la calidad de vida del pequeño peludo, para mi los últimos instantes fueron un agradecimiento doble: por haber disfrutado todo este tiempo con Ulises y porque los profesionales que lo trataron lo hicieron de forma afable y cariñosa. Y también fueron así conmigo.
Gracias Jaume y Laura por vuestra labor. Y gracias también al resto del equipo de profesionales y estudiantes del Hospital Veterinari de la UAB. Sin duda, para nosotros fuisteis los mejores veterinarios que pudimos tener.
Y a ti, pequeño juguetón, espero que estés pegando botes detrás del arcoiris, ahí donde dicen que van todos los animales cuando nos dejan.